“Dichosos los que lloran, porque serán consolados.” (Mt 5,5) Con estas
palabras quiere el Señor darnos a comprender que el camino del gozo son las
lágrimas. Por la desolación se va a la consolación; perdiendo la vida se la
gana, odiando la vida se la recobra (cf Mt 16,24ss) Si te quieres conocer a ti
mismo y saber dominarte ¡entra en ti mismo y no busques fuera! ¡Entra en tu
interior, pecador, entra donde estás, en tu corazón...! El hombre que entra en
si mismo ¿no se descubrirá, desde lejos, como el padre descubre al hijo
pródigo, en una región extraña, en un tierra desconocida, donde se sienta y
llora por el recuerdo de su padre y de su patria? (cf Lc 15,17)...
“Adán ¿dónde estás?” (Gn 3,9) Tal vez todavía estás en la sombra para no
verte a ti mismo. Coses unas hojas de higuera de vanidad para cubrir tu
vergüenza, mirando lo que está a tu alrededor y lo que te pertenece... ¡Mira
dentro, pecador, entra en tu alma! ¡Mira y llora por el alma sujeta a la
vanidad, a la agitación y que no puede liberarse de su cautividad...Es
evidente, hermanos, que vivimos fuera de nosotros mismos, somos olvidadizos de
nosotros mismos cada vez que nos disipamos en risotadas o distracciones, cuando
nos concedemos comodidades fútiles. Por esto, la Sabiduría tiene interés en
invitarnos a la casa del arrepentimiento, más bien que a la casa de la
diversión, es decir, llamar al hombre mismo desde dentro del mismo, diciendo:
“Dichosos los que lloran” y en otro pasaje: “Ay de los que reís ahora”
Hermanos míos, gimamos en presencia del Señor cuya bondad nos perdona.
Volvamos hacia nuestro interior, con ayunos, llantos, sobre nosotros mismos,
(cf Jl 2,12) para que un día...sus consolaciones alegren nuestras almas.
Dichosos, en efecto, los que lloran, no porque lloran, sino porque serán
consolados. Las lágrimas son el camino, la consolación es la dicha.
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