Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
gadgets para blogger

ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

sábado, 31 de agosto de 2019

El sufrimiento que más daño hace es aquel que no se acepta


Hay que darse cuenta de una cosa: cuando experimentamos un sufrimiento, lo que más daño nos hace no es tanto éste como su rechazo, porque entonces al propio dolor le añadimos otro tormento: el de nuestra oposición, nuestra rebelión, nuestro resentimiento y la inquietud que provoca en nosotros. La tensa resistencia que genera en nuestro interior y la no aceptación del sufrimiento hacen que éste aumente. Mientras que, cuando estamos dispuestos a aceptarlo, se vuelve de golpe menos doloroso. «Un sufrimiento sereno deja de ser un sufrimiento», decía el cura de Ars.

Cuando sobreviene el dolor, es perfectamente normal intentar remediarlo en la medida de lo posible. Si me duele la cabeza, tendré que tomarme una aspirina para aliviarme. Pero siempre habrá sufrimientos irremediables que conviene esforzarse en aceptar con tranquilidad. Y esto no es masoquismo, ni gusto por el dolor, sino todo lo contrario, porque la aceptación de un sufrimiento hace éste mucho más soportable que la crispación del rechazo. Una realidad comprobable también en el plano físico: quien se da un golpe estando endurecido y tenso, se hace mucho más daño que el que lo recibe distendido. A veces querer eliminar un sufrimiento a cualquier precio provoca después sufrimientos mucho más difíciles de sobrellevar. Es sorprendente ver lo desgraciados que somos en nuestra vida diaria a causa de la mentalidad hedonista de nuestra sociedad, para la cual cualquier dolor es un mal y hay que evitarlo a toda costa.

Quien adopta como línea de conducta habitual la huida del dolor, el no aceptar más que lo grato y cómodo rechazando lo demás, antes o después acabará cargando con cruces más pesadas que quien se esfuerza por aceptar de buen grado un sufrimiento que, considerado con realismo, es imposible eliminar.

En la adhesión al dolor encontramos fuerza. ¿No habla la Escritura del «pan de lágrimas»?30 . Dios es fiel y siempre da la fuerza necesaria para asumir, un día tras otro, lo más duro y difícil de nuestra vida. Dice Etty Hillesum: «Desde el momento en que me he mostrado dispuesta a afrontarlas, las pruebas siempre se han transformado en belleza». Sin embargo, no disponemos de la misma gracia para soportar el dolor suplementario que nos procuramos a nosotros mismos con nuestro rechazo de las contrariedades normales de la vida.

Añadiremos que el auténtico mal no es tanto el dolor como el miedo al dolor Si lo acogemos con confianza y con paz, el dolor nos hace crecer, nos educa, nos purifica, nos enseña a amar de modo desinteresado, nos hace humildes, mansos y comprensivos con el prójimo. El miedo al dolor, por el contrario, nos endurece, nos encorseta en actitudes protectoras y defensivas, y a menudo nos conduce a decisiones irracionales de nefastas consecuencias. «Los peores sufrimientos del hombre son los que se temen», dice Etty Hillesunill. El sufrimiento malo no es el vivido, sino el «representado», ése que se apodera de la imaginación y nos coloca en situaciones falsas. El problema no está en la realidad, que es esencialmente positiva, incluso en su parte dolorosa, sino en nuestra representación de la realidad.

Del libro LA LIBERTAD INTERIOR, JACQUES PHILIPPE


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...