Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

miércoles, 21 de agosto de 2019

Jesús mío, que bueno eres.




Jesús mío, qué bueno eres. Tú lo haces todo maravillosamente bien. Tú me enseñas el camino; Tú me enseñas el fin.
El camino es la dulce Cruz..., es el sacrificio, la renuncia, a veces la batalla sangrienta que se resuelve en lágrimas en el Calvario, o en el Huerto de los Olivos; el camino, Señor, es ser el último, el enfermo, el pobre oblato trapense que a veces sufre junto a tu Cruz.
Pero no importa; al contrario..., la suavidad del dolor sólo se goza sufriendo humildemente por Ti.
Las lágrimas junto a tu Cruz, son un bálsamo en esta vida de continua renuncia y sacrificio; y los sacrificios y renuncias son agradables y fáciles, cuando anima en el alma la caridad, la fe y la esperanza.
He aquí cómo Tú transformas las espinas en rosas. Mas ¿y el fin?... El fin eres Tú, y nada más que Tú... El fin es la eterna posesión de Ti allá en el cielo con Jesús, con María, con todos los ángeles y santos. Pero eso será allá en el cielo. Y para animar a los flacos, a los débiles y pusilánimes como yo, a veces te muestras al corazón y le dices..., ¿qué buscas? ¿qué quieres? ¿a quién llamas?... Toma, mira lo que soy... Yo soy la Verdad y la Vida.
Y entonces derramas en el alma delicias que el mundo ignora y no comprende. Entonces, Señor, llenas el alma de tus siervos de dulzuras inefables que se rumian en silencio, que apenas el hombre se atreve a explicar...
Jesús mío, cuánto te quiero, a pesar de lo que soy..., y cuanto peor soy y más miserable, más te quiero..., y te querré siempre y me agarraré a Ti y no te soltaré, y... no sé lo que iba a decir.
¡Virgen María ayúdame!


 SAN RAFAEL ARNAIZ


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