Más que una oración consciente y concreta sobre este tema, es importante que
haya en nosotros una firme y constante determinación de obedecer a Dios en
todas las cosas, grandes o pequeñas, sin excepción. Cuanto mayor es nuestra actitud de plena
fidelidad, más nos favorece Dios con sus inspiraciones.
Yo no digo que haya que ser efectivamente capaces de obedecer en todo a Dios: eso, indudablemente, es todavía imposible a causa de nuestra fragilidad. Pero hay que estar firmemente decididos, y actuar de modo que, especialmente gracias a la oración, nos fortalezcamos incesantemente en el propósito de no descuidar ninguno de los deseos que Dios podría expresarnos, por insignificante que sea.
Advirtamos que esta determinación no debe convertirse en escrúpulos de los que podría servirse el demonio para desalentarnos, como el temor a «dejar de lado la voluntad de Dios» o la angustia de no captarla. En ese ámbito, como en todos, hemos de dejarnos guiar por el amor y no por el temor y, como decía san Francisco de Sales, hemos de «amar la obediencia más que temer a la desobediencia»
Debemos fortalecernos sin cesar en el propósito de ser dóciles a Dios, cuidando de que el demonio no se sirva jamás de él para turbarnos con inquietudes o para descorazonarnos cuando se produzcan nuestras inevitables caídas.
(Carta a santa Juana de Chantal.)
Yo no digo que haya que ser efectivamente capaces de obedecer en todo a Dios: eso, indudablemente, es todavía imposible a causa de nuestra fragilidad. Pero hay que estar firmemente decididos, y actuar de modo que, especialmente gracias a la oración, nos fortalezcamos incesantemente en el propósito de no descuidar ninguno de los deseos que Dios podría expresarnos, por insignificante que sea.
Advirtamos que esta determinación no debe convertirse en escrúpulos de los que podría servirse el demonio para desalentarnos, como el temor a «dejar de lado la voluntad de Dios» o la angustia de no captarla. En ese ámbito, como en todos, hemos de dejarnos guiar por el amor y no por el temor y, como decía san Francisco de Sales, hemos de «amar la obediencia más que temer a la desobediencia»
Debemos fortalecernos sin cesar en el propósito de ser dóciles a Dios, cuidando de que el demonio no se sirva jamás de él para turbarnos con inquietudes o para descorazonarnos cuando se produzcan nuestras inevitables caídas.
(Carta a santa Juana de Chantal.)
JACQUES PHILIPPE.
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