A ti, queridísimo y
amadísimo hermano, comprado con la preciosa sangre del Hijo de Dios, como yo,
yo, indigna Catalina, escribo obligada por Cristo crucificado y por su dulce
Madre María, que os suplique y urja que debéis salir y abandonar la dureza y la
tenebrosa incredulidad, y que debéis someteros y recibir la gracia del santo
bautismo: pues sin el bautismo no podéis tener la gracia de Dios. Quien se
encuentra sin bautismo no participa del fruto de la santa Iglesia, sino que,
como miembro podrido y arrancado de la comunidad de los fieles cristianos, pasa
de la muerte temporal a la muerte eterna, y recibe justamente pena y tinieblas,
pues no ha querido lavarse en el agua del santo bautismo, y ha despreciado la
sangre del Hijo de Dios, que derramó con tanto amor.
Oh, queridísimo hermano en Jesucristo, abre el ojo del entendimiento para contemplar su inestimable caridad, que te manda mediante invitación con las inspiraciones santas que han surgido en tu corazón; y que por sus siervos te pide y te invita, pues quiere hacer las paces contigo, sin fijarse en la prolongada guerra e injuria que ha recibido de ti por tu incredulidad. Pero cuánto es dulce y bondadoso nuestro Dios puesto que, ya que vino la ley del amor, y el Hijo de Dios vino de la Virgen María, y derramó la abundancia de su sangre sobre el árbol de la santísima cruz, podemos recibir la abundancia de la misericordia divina.
Oh, queridísimo hermano en Jesucristo, abre el ojo del entendimiento para contemplar su inestimable caridad, que te manda mediante invitación con las inspiraciones santas que han surgido en tu corazón; y que por sus siervos te pide y te invita, pues quiere hacer las paces contigo, sin fijarse en la prolongada guerra e injuria que ha recibido de ti por tu incredulidad. Pero cuánto es dulce y bondadoso nuestro Dios puesto que, ya que vino la ley del amor, y el Hijo de Dios vino de la Virgen María, y derramó la abundancia de su sangre sobre el árbol de la santísima cruz, podemos recibir la abundancia de la misericordia divina.
Por lo que, puesto
que la ley de Moisés estaba fundada sobre la justicia y el castigo, así la
nueva ley dada por Cristo crucificado, vida evangélica, está fundada en el amor
y la misericordia. Puesto que Él es dulce y benigno, siempre que el hombre
vuelva a Él humilde y creyente, y creyendo por Cristo se tiene la vida eterna.
Y parece que no quiere recordar las ofensas que nosotros le hacemos; y que no
quiere condenarnos eternamente, sino que siempre quiere ser misericordioso. Por
eso levántate, hermano mío, en tanto en cuanto quieras estar unido a Cristo; y
no duermas ya en tanta ceguera, porque ni Dios quiere, ni yo lo quiero, que la
hora de la muerte te encuentre ciego; sino que mi alma desea el verte
acercándote a la luz del santo bautismo, como el ciervo desea, cuando tiene
hambre, el agua viva. Por lo tanto, ya no te resistas al Espíritu Santo que te
llama, y no desprecies el amor que te tiene María, ni las lágrimas y oraciones
que se hacen por ti; porque entonces te resultaría demasiado pesado el juicio.
Permanece en el santo y dulce amor de Dios; y yo le pido a Él, que es la Verdad
suma, que nos ilumine y nos llene con su santísima gracia, y que satisfaga mi
deseo respecto de ti, Consejo.
Esta te es dada, Consejo, de parte de Jesucristo. Sea alabado Cristo crucificado, y su dulcísima Madre, la gloriosa Virgen y Madre Santa María. Jesús dulce, Jesús amor."
Esta te es dada, Consejo, de parte de Jesucristo. Sea alabado Cristo crucificado, y su dulcísima Madre, la gloriosa Virgen y Madre Santa María. Jesús dulce, Jesús amor."
Santa Catalina de Siena: Carta n. 15.
Oración:
Señor Dios, Tú has creado
todos los pueblos y los has redimido por medio de la sangre de tu divino Hijo.
Te pedimos, por intercesión de santa Catalina, la gracia de vivir
coherentemente nuestra fe, como ella, y de adoptar una actitud de caridad y de
respeto hacia nuestros hermanos mayores, herederos de la promesa. Te lo pedimos
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad
del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
De Ateneo
Pontificio "Regina Apostolorum"
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