Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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lunes, 31 de octubre de 2016

Señor, redímeme...


Señor, redímeme de la influencia de mi corazón
en mis decisiones.
Permite que tus palabras dirijan mis pensamientos.
¡Qué mis pensamientos sean tus pensamientos!

Señor, redímeme de mis miedos,

de mis angustias, de mis preocupaciones.
¡Ellas son tan poderosas!
¡Cómo me influyen! ¡Cómo mueven mis decisiones!
Yo quiero ser movido por tu misericordia,
por tu gracia, por la sabiduría de tu Espíritu.

Señor, redímeme de mi sufrimiento y de mi dolor diario.
Señor, tengo miedo a la soledad.
Señor, redímeme de mi miedo a la soledad.

Señor, tengo miedo a la pobreza.
Señor, redímeme de mi miedo a la pobreza.
Señor, temo que tú me abandones.
Señor, redímeme de mis falsos miedos.

Señor, temo a tu disciplina.
Señor, redímeme de mi temor a la disciplina;
pues sólo así podré crecer.
Señor, no puedo confiar en ti.
Señor, redímeme de mi falta de confianza en ti.

Señor, llena mi corazón de fe.
De una fe tan fuerte como una roca.
De una fe inconmovible.
¡Cuánto desearía confiar en ti con todo mi corazón!
Pero me siento incapaz.

Señor, dame el don de la fe.
Ayúdame a creer en ti.
¡Yo quiero confiar en ti y no puedo!
¡Cómo hago para creer en ti si tú no me ayudas!
¡Si tú no me das el don de la fe!

Tú estás vivo, Tú me has dado la vida.
Dame también la fe
para vivir la vida que Tú me ha dado.

¡Yo quiero confiar en ti! ¡Vivir en ti!
Aunque no te puedo ver.
Pero sé que tú estás en mí.

Señor, tú eres mi fortaleza. A quién iré fuera de ti.
Quién me podrá ayudar sino sólo Tú.
Quién podrá cambiar mi ser sino sólo Tú
que me has creado.

Me da tanta vergüenza decir que Tú eres mi Dios;
pues cuando vienen las preocupaciones diarias
comienzo a desconfiar de ti.

Tú eres tan grande. Creaste mi vida.
Creaste toda la tierra. Creaste todo el universo.
Pero a veces no puedo creer que puedes
solucionar mis pequeños problemas.
Cuando llegan la angustia y el miedo
me lleno de incredulidad.
Mi angustia y mi miedo me dicen
que no creo en ti, que no confío en ti,
que no te creo capaz de solucionar
mis problemas.
Noto esa divergencia en mi vida y lloro.
Lloro porque me siento incapaz
de resolver este dilema de mi vida.
Por ello te pido: Sana mi corazón.
Sana mi alma. Sana mi vida.
Sana mi existencia. Sana mi relación
personal contigo.

¡Y dame el don de la fe!
Para que yo no sea tan inseguro.
Para que yo no sea tan indeciso.
Para que yo no sea tan inconstante.
Para que yo crea en ti.
Amen.

Juan de los Ríos

 

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