El mundo necesita hombres que no puedan ser comprados; hombres cuya
palabra sea su garantía.
El mundo necesita hombres que no hagan compromisos con el mal,
cuyas ambiciones no estén confinadas a sus deseos egoístas.
El mundo necesita hombres que sean tan honestos en las cosas pequeñas
como en las grandes; hombres que no se avergüencen ni tengan temor de defender la
verdad, aunque sea impopular.
El mundo necesita hombres que sean leales a sus amigos, tanto en la
adversidad como en la prosperidad.
El mundo necesita hombres que no vacilen en aprovechar las
oportunidades para servir los demás, aún a sacrificio propio.
El mundo necesita hombres que coloquen el carácter por encima de la
riqueza; hombres que posean opiniones sanas y buena voluntad.
El mundo necesita hombres que no pierdan su individualidad en medio
de la multitud; hombres que no digan que ellos lo hacen "porque todos los
demás lo hacen".
El mundo necesita hombres que no crean que la astucia, el disimulo y
la terquedad son las mejores cualidades para lograr el éxito.
El mundo necesita hombres que confían plenamente en Dios y que
viven en paz con su prójimo.
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