Ese "pilar" con
toque de María,
que nos hace distinguir entre lo bueno y lo malo
entre lo que es relativo e inmutable.
Un "pilar" que nos aporte seguridad y esperanza
ilusión y encanto, sueños e ideales eternos.
que nos hace distinguir entre lo bueno y lo malo
entre lo que es relativo e inmutable.
Un "pilar" que nos aporte seguridad y esperanza
ilusión y encanto, sueños e ideales eternos.
¡LO NECESITAMOS TANTO!
Ese "pilar" que fue el orgullo de Santa María,
y que, sin él, nunca hubiera existido
el "sí" de Nazaret o la fidelidad en Jerusalén.
Ese "pilar" que fue la locura de una Nazarena,
que -en humildad, obediencia y sencillez-
nos enseñó el camino para alcanzar el cielo:
FIDELIDAD A LAS PROMESAS DE DIOS.
¡LO NECESITAMOS TANTO!
Un "pilar" en el que apoyarnos para llorar
y, una piedra, donde poder construir.
Un "pilar " en cual alzarnos
o, un suelo, sobre el cual divinizarnos.
Un "pilar" desde el cual ansiar lo eterno
con el color de la caridad o la oración.
Tú, María, que apareciste en las horas amargas
en tu semblante virginal a Santiago,
danos ese valor y ese empuje
para no detenernos, y seguir avanzando,
para gritar a los cuatro vientos
que Dios existe, que Cristo resucitó
y que la fuerza del Espíritu Santo,
sigue soplando en esta nave de la Iglesia,
tan querida por muchos y, a veces,
tan odiada por otros.
Y es que, a veces,
molestan los pilares
porque preferimos sociedades de merengue.
Amén
Javier Leoz
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