Nos ha pasado
seguramente que alguna vez hemos tenido que pasar una noche en vela, en una
habitación de enfermo, donde se escuchaban quejidos de dolor que nos han
impedido dormir.
También a veces quizás hemos tenido que escuchar toses y gritos desacompasados, y ¡cuánto nerviosismo han generado en nosotros!
Y estos ejemplos que tal vez hemos vivido, nos tienen que hacer pensar en lo que debe ser el Infierno, donde por toda la eternidad las almas escuchan alaridos, gritos de dolor y terror de innumerables almas torturadas por los demonios.
Muchas personas se hicieron santas por el sólo hecho de haber meditado un poco en la realidad del Infierno. Es bueno que nosotros meditemos también un poco en ello, para evitarlo y, sobre todo, para no continuar pecando tan fácilmente, porque es el pecado el que arroja las almas a aquel lugar de tormento inaudito.
Si a veces no podemos dormir en toda la noche porque quien duerme a nuestro lado ronca, y eso nos molesta sobremanera, y nos pone nerviosos y hasta agresivos; ¿qué será estar ya para siempre sepultados en el fuego eterno del Infierno, escuchando gritos, quejidos, maldiciones, etc.?
Pensemos un poco en esto y lejos de despreciar este mensaje, hagamos lo posible por meditarlo y evitar ir a ese lugar de tormento.
Hoy ya no se habla del Infierno, y así el demonio tiene vía libre para precipitar almas a ese lugar tenebroso, porque los hombres vivimos más o menos entretenidos en bagatelas, divirtiéndonos y sin pensar seriamente en lo que será de nosotros más allá de la muerte.
Se dice que Dios es infinitamente misericordioso, y es verdad, pero también es verdad que el Infierno fue creado por Dios y allí van muchas almas. Ojalá nosotros no estemos entre su número. Porque todo tiene solución en este mundo, de alguna manera todo tiene solución. Pero lo que ya no tiene solución es la condenación eterna. Tratemos de evitarla haciendo TODO lo que está en nuestro poder, y pidiendo ayuda a Dios por medio de la oración.
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