Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

viernes, 25 de abril de 2014

Hoy tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y..Novena a LA DIVINA MISERICORDIA-Día 8

Octavo día . Viernes 25 de abril de 2013

"Hoy tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi Misericordia.  Que los torrentes de Mi Sangre refresquen el ardor del purgatorio.  Todas estas almas son muy amadas por Mí.  Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi Justicia.  Está en tu poder llevarles alivio.  Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre... Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi Justicia"

Roguemos por las almas del purgatorio, para que el torrente de la preciosa Sangre disminuya y abrevie sus sufrimientos. 

Jesús Misericordiosísimo, Tú Mismo has dicho que deseas la Misericordia; heme aquí que llevo a la morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas del purgatorio, almas que Te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adeudada a Tu justicia.  Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron de Tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de Tu Misericordia.
Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la Dolorosa Pasión de Jesús, Tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su sacratísima alma fue inundada, muestra Tu Misericordia a las almas que están bajo Tu justo escrutinio.  No las mires sino a través de las heridas de Jesús, Tu amadísimo Hijo, ya que creemos que Tu bondad y Tu compasión no tienen límites. Amén.
 
Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA
 
Sugerencia de textos para meditar en este octavo día de la Novena

"Es pues necesario que todo cuanto he dicho en el presente documento sobre la Misericordia se transforme continuamente en una ferviente plegaria: en un grito que implore la Misericordia en conformidad con las necesidades del hombre en el mundo contemporáneo. Que este grito condense toda la verdad sobre la Misericordia, que ha hallado tan rica expresión en la Sagrada Escritura y en la Tradición, así como en la auténtica vida de fe de tantas generaciones del Pueblo de Dios. Con tal grito nos volvemos, como todos los escritores sagrados, al Dios que no puede despreciar nada de lo que ha creado, al Dios que es fiel a Sí mismo, a su Paternidad y a su Amor. Y al igual que los profetas, recurramos al Amor que tiene características maternas y, a semejanza de una madre, sigue a cada uno de sus hijos, a toda oveja extraviada, aunque hubiese millones de extraviados, aunque en el mundo la iniquidad prevaleciese sobre la honestidad, aunque la humanidad contemporánea mereciese por sus pecados un nuevo «diluvio», como lo mereció en su tiempo la generación de Noé. Recurramos al amor paterno que Cristo nos ha revelado en su misión mesiánica y que alcanza su culmen en la Cruz, en su Muerte y Resurrección. Recurramos a Dios mediante Cristo, recordando las palabras del Magnificat de María, que proclama la misericordia «de generación en generación». Imploremos la Misericordia Divina para la generación contemporánea. La Iglesia que, siguiendo el ejemplo de María, trata de ser también madre de los hombres en Dios, exprese en esta plegaria su materna solicitud y al mismo tiempo su amor confiado, del que nace la más ardiente necesidad de la oración.

Elevemos nuestras súplicas, guiados por la fe, la esperanza, la caridad que Cristo ha injertado en nuestros corazones. Esta actitud es asimismo amor hacia Dios, a quien a veces el hombre contemporáneo ha alejado de sí ha hecho ajeno a sí, proclamando de diversas maneras que es algo «superfluo». Esto es pues amor a Dios, cuya ofensa-rechazo por parte del hombre contemporáneo sentimos profundamente, dispuestos a gritar con Cristo en la Cruz: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».
(Beato Juan Pablo II . Dives in Misericordia).


 http://juanpablomagno.org/DivinaMisericordia/DivinaMisericordia.Novena.htm

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