Querido san José, que cuidaste a Jesús con responsabilidad y prudencia y lo protegiste de los peligros y amenazas que siempre lo acompañaron.
Mira cómo también hoy sigue siendo perseguido en tantos cristianos que sufren, despreciados, atacados y asesinados por su fe, de manera pública y privada, lentamente o con una terrorífica violencia hasta su muerte.
Nos identificamos con ellos y te presentamos su dolor, esta injusticia que atraviesa los siglos y las fronteras.
Humilde y poderoso san José:
Cuida de estos hermanos nuestros, en sus necesidades.
Permíteles sentirse muy cerca de Jesús en la cruz salvadora, dales esperanza, paciencia y amor y que su fidelidad y unión a Dios triunfe sobre todas las miserias que tengan que afrontar.
Amén

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