Los santos nos muestran el camino hacia la felicidad. Nos enseñan cómo han llegado a ser personas realmente humanas. En las vicisitudes de la historia han sido los que realmente fueron reformadores, los que, a menudo, hicieron salir la historia de sus sombras oscuras en las que constantemente recae de nuevo...Sólo de los santos, de Dios, surge la auténtica revolución, el cambio decisivo del mundo.
En el curso del siglo que acabamos recientemente, hemos vivido revoluciones cuyo programa común fue el de no esperar ya nada de Dios sino tomar absolutamente el destino del mundo en las propias manos. Hemos visto que actuando así, un punto de visto parcial y humano, se proclamaba siempre como la medida absoluta de las orientaciones a seguir. Absolutizar lo que no es absoluto sino relativo se llama totalitarismo. Esta actitud no libera al hombre, antes le quita su dignidad y le hace esclavo. No son las ideologías las que salvan al mundo sino únicamente el hecho de volver hacia el Dios vivo, nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que realmente es bueno y verdadero. La auténtica revolución consiste únicamente en el hecho de volverse sin reservas a Dios quien es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. ¿Qué es lo que nos puede salvar sino el amor?...
Hay muchos que hablan de Dios. En nombre de Dios se predica también el odio y se ejerce la violencia. Es, pues, importante descubrir el verdadero rostro de Dios...”El que lo ha visto, ha visto al Padre”, dijo Jesús a Felipe (cf Jn 14,9) En Jesucristo, que por nosotros se dejó atravesar el corazón, en él se ha manifestado el auténtico rostro de Dios. Lo seguiremos con la gran muchedumbre de los que nos han precedido. Así caminaremos por el sendero justo. (cf Sal 22)
Benedicto XVI
papa 2005-2013
Vigésima jornada mundial de la juventud, Homilía de vigilia, Colonia, agosto 2005
“Cuando oigáis hablar de guerras y de revueltas, no oso asustéis...,” (Lc 21,9)evangelizo.org

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