Señor mío y Dios mío,
bendito seas desde siempre y para siempre.
En esta mañana me presento ante Ti para reconocer Tu grandeza,
Tu poder, Tu gloria y Tu majestad.
Todo lo que existe en el cielo y en la tierra te pertenece,
y hoy quiero recordarlo para no aferrarme a nada que me aparte de Ti.
Tuyo es el reino, Señor,
y Tú estás por encima de cualquier fuerza, temor o preocupación.
Tú eres mi riqueza verdadera,
porque solo Tu presencia sostiene y llena mi vida.
Y de la riqueza de Tu gracia Tu amor, Tu luz, Tu misericordia
y la fuerza para seguir adelante
todo llega a mi vida, pero únicamente de Ti,
pues de Tu amorosa y poderosa mano brota todo bien.
Pon Tu guía sobre mí, sobre mi familia y sobre quienes amo,
para que caminemos bajo Tu luz,
sin miedo y con el corazón firme en Tu voluntad.
Que en este día solo busque Tu honor,
solo hable con Tu sabiduría,
solo actúe con Tu fortaleza,
y solo desee cumplir lo que a Ti te agrada.
Bendito seas, Señor, Dios nuestro.
A Ti la gloria, el poder y la majestad por los siglos de los siglos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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