“Alegraos y regocijaos, porque grande será vuestra recompensa en los cielos.” (Mt 5,12)
Hoy, 1 de noviembre, celebramos con alegría la Solemnidad de Todos los Santos, esa gran fiesta del cielo y de la tierra unida.
Es el día en que la Iglesia contempla la multitud innumerable de los que ya gozan de la presencia de Dios: conocidos y anónimos, canonizados o no, pero que vivieron el Evangelio con amor fiel, tanto en lo pequeño como en lo grande.
Hoy el cielo se abre y nos recuerda que la santidad no es privilegio de unos pocos, sino una llamada universal a vivir el Evangelio con amor, esperanza y fidelidad en nuestra vida cotidiana, con nuestros hermanos y en el día a día.
Todos los Santos y Santas de Dios, rueguen por nosotros.

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