"Oh María, Virgen Inmaculada, Puerta del Cielo y Causa de Nuestra Alegría, respondiendo generosamente a la Anunciación del Arcángel San Gabriel, pudiste llevar a cabo el plan de Dios para mi salvación. Fuiste, por la Santísima Providencia desde la eternidad, digna morada del Hijo de Dios Encarnado. Por tu 'sí' y fidelidad al Padre Celestial, el Espíritu Santo tejió en tu seno a Jesús, nuestro Señor y Salvador."
He aquí, deseando que el Hijo de Dios, que quiso nacer en Ti, nazca también en mi corazón y me conceda el perdón de mis pecados, me postro a Tus pies y te imploro, con todo el fervor de mi alma, que te dignes obtener para mí, de Tu Hijo, la gracia que tanto necesito…
(añadir gracia)
Escucha mi súplica, oh Santísima Virgen, Tú que, ante el trono de la Gracia, eres la 'Omnipotencia Suplicante', mientras medito, con reverencia y afecto filial, en todos los momentos de dolor y alegría, de desolación y providencia, que te acompañaron en tu bendita y singular gestación, en la que llevaste en tu seno durante nueve meses al Hijo del Dios Altísimo.
Amén."
Reza nueve Avemarías, en honor a cada uno de los nueve meses que Jesús estuvo en el vientre de Nuestra Señora, acompañadas de la siguiente breve oración:
"Bendito sea el Santo Embarazo y la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Siempre Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra."

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