La Santísima Virgen es Madre de dulzura y misericordia, y jamás se deja vencer en amor y generosidad.
Ella hace que te abismes en el piélago de sus gracias, te adorna con sus méritos, te apoya con su poder, te ilumina con su luz, te inflama con su amor, te comunica sus virtudes: su humildad, su fe, su pureza, se constituye tu fiadora, tu suplemento y tu todo ante Jesús.
¡Oh! ¡Qué poderosos y fuertes somos ante Jesucristo cuando estamos armados con los méritos e intercesión de la digna Madre de Dios, quien -según palabras de San Agustín venció amorosamente al Todopoderoso!
(San Luis Mª de Montfort)
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