La respuesta del Señor Jesucristo:
Convenía que yo me ocupara de las cosas de mi Padre (Lc
2,49), no indica que la paternidad de Dios excluya la de José. ¿Cómo lo
probamos? Por el testimonio de la Escritura, que dice así: Y les
respondió: ¿No sabíais que conviene que yo me ocupe de las cosas de mi Padre?
Ellos, sin embargo, no comprendieron de qué les estaba hablando. Y, bajando con
ellos, vino a Nazaret y les estaba sometido (v. 51)… ¿A quiénes
estaba sometido? ¿No era a los padres? Uno y otro eran los padres… ellos eran
padres en el tiempo; Dios lo era desde la eternidad. Ellos eran padres del Hijo
del hombre, el Padre lo era de su Palabra y Sabiduría (1 Co 1,24), era Padre de
su Poder, por quien hizo todas las cosas. […]
Ya he hablado bastante sobre por qué no
debe preocupar el que las generaciones se cuenten por la línea de José y no por
la de María: igual que ella fue madre sin concupiscencia carnal, así también él
fue padre sin unión carnal. Por tanto, desciendan o asciendan por él las
generaciones. No lo separemos porque careció de concupiscencia carnal. Su mayor
pureza reafirme su paternidad, no sea que la misma santa María nos lo reproche.
Ella no quiso anteponer su nombre al del marido, sino que dijo: Tu
padre y yo, angustiados, te estábamos buscando (Lc 2,48). […]
¿Acaso se le dice: “Porque no lo engendraste por medio de tu carne”?
Pero él replicará: “¿Acaso ella le dio a luz por obra de la suya?”. Lo que obró
el Espíritu santo, lo obró para los dos. Siendo —dice— un hombre justo, dice el
evangelista Mateo (1,19) justo era el varón, justa la mujer. El Espíritu Santo,
que reposaba en la justicia de ambos, dio el hijo a ambos.
San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 51, §19-20 y 30
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 51, §19-20 y 30
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma