Toda la evangelización está fundada sobre la Palabra de Dios, escuchada,
meditada, vivida, celebrada y testimoniada. Las Sagradas Escrituras son fuente
de la evangelización. Por lo tanto, hace falta formarse continuamente en la
escucha de la Palabra. La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente
evangelizar. Es indispensable que la Palabra de Dios «sea cada vez más el
corazón de toda actividad eclesial» [Benedicto XVI]. La Palabra de Dios
escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza
interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio
evangélico en la vida cotidiana. Ya hemos superado aquella vieja contraposición
entre Palabra y Sacramento. La Palabra proclamada, viva y eficaz, prepara la
recepción del Sacramento, y en el Sacramento esa Palabra alcanza su máxima
eficacia.
El estudio de las Sagradas Escrituras debe ser una puerta abierta a
todos los creyentes. Es fundamental que la Palabra revelada fecunde
radicalmente la catequesis y todos los esfuerzos por transmitir la fe. La
evangelización requiere la familiaridad con la Palabra de Dios y esto exige a
las diócesis, parroquias y a todas las agrupaciones católicas, proponer un
estudio serio y perseverante de la Biblia, así como promover su lectura orante
personal y comunitaria. Nosotros no buscamos a tientas ni necesitamos esperar
que Dios nos dirija la palabra, porque realmente «Dios ha hablado, ya no es el
gran desconocido sino que se ha mostrado» [Benedicto XVI]. Acojamos el sublime
tesoro de la Palabra revelada
Papa Francisco
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” §174-175 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” §174-175 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma