«Padre te quiero
agradecer por todos los momentos alegres de mi vida, porque en ellos conozco tu
sonrisa, esa que me dice cuánto me amas. Gracias por cada amanecer en que el
firmamento se llena de luz y color y me recuerda que ahí estás tú. Gracias
porque en la sonrisa de las personas descubro tu misericordia, porque en las palabras sabias del anciano
conozco tu consejo, porque en cada momento que respiro siento tu aliento que me
sostiene y alimenta.
Padre hoy también
quiero agradecerte por aquellos momentos difíciles, tristes o complicados… por
cada vez que un saludo no es correspondido o una sonrisa muere en mi rostros
ante la negativa de un hermano, porque allí aprendo a dar amor donde no hay
amor. Porque en el rechazo o la indiferencia encuentro la oportunidad de seguir siendo
fiel y dar testimonio de ti, porque en los momentos en que arriba la soledad o
la preocupación a mi vida, llega también la inmensa necesidad de ir en tu
búsqueda. Gracias por
aquellos momentos de oscuridad absoluta en los que mi alma te busca como única
fuente de luz…
Bendito sea cada momento que me ha hecho recordarte y buscarte. Porque cada oportunidad de estar contigo es como un pasaje a vivir
el paraíso en la tierra, porque cuando me acerco feliz y radiante a darte gracias,
siento tu amor que me anima a continuar. Porque cuando me acerco a ti cabizbajo
o desanimado siento tu abrazo que me llena de fuerzas para seguir adelante,
porque cuando me acerco a ti lleno de arrepentimiento siento tu mano que me
perdona y levanta… porque cuando me acerco a ti, nada sigue igual.
Gracias Señor».
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