Se ha confiado a María el misterio de la divinidad de Cristo. El
Verbo eterno, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, después de la
Encarnación, se ha escondido y recogido en la pequeña morada, milagrosamente
preparada por el Espíritu Santo, de su seno virginal.
En estos tiempos, todos necesitamos correr al refugio seguro de su
Corazón Inmaculado, porque peligros y males amenazan al hombre. ¡En su Corazón
Inmaculado seremos refugiados, consolados!
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