Señor, son muchas las dificultades que me tienen incómodo y que
hacen que mis amaneceres se conviertan en momentos tristes, sofocantes y sin
color.
Enséñame a confiar en tu providencia, a creer ciegamente en que te
preocupas de que nada me falte y que permaneces atento para no dejarme caer.
Quiero comprender el gran misterio de tu amor. Deseo ser un testigo
convencido de tus milagros y para ello necesito de tus instrucciones divinas.
Estoy convencido de que, poniendo al servicio todo lo que tengo, Tú
puedes obrar el milagro de multiplicar mi fe y las esperanzas en mi corazón.
Te ofrezco el escaso pez que puedo donarte, te entrego mi pequeña y
humilde colaboración personal, pero llena de compromiso y solidaridad.
Fomenta en mí, la disciplina de renunciar a esos vicios que no me
permiten crecer, a renunciar en poner mi confianza en el falso raciocinio del
mundo.
Confío en tu amor sanador, en que procuras nada me falte y en tu
providencia divina que me enseña a crecer con el corazón dirigido hacia Ti.
Confío en que Tú mismo te has multiplicado y existes en cada trozo
de pan presente en la Santísima Hostia consagrada. Bendito seas Señor.
Amén.
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