Ser hombre, ser un hombre de corazón,
es la sola cosa que importa en el mundo.
Pero, ¿a quién importa?
El corazón presupone la sencillez, el
espíritu de servicio y una cierta dosis de olvido de sí.. ¿Quién busca esto?
No son cosas de moda. Aquí y allá se oye hablar de una sociedad nueva, de un mundo nuevo, pero raramente se nombran estos elementos físicos, que son indispensables.
Es normal que las charlas sobre la
renovación de la sociedad y la reforma de las estructuras se queden en las
nubes; y la gente se vuelva escéptica porque no ve nada nuevo en su vida
cotidiana.
El mundo sólo tiene ojos para las
cosas que se notan, aquellas que pesan en la nueva balanza de valores: carrera,
reputación, fortuna.
Nadie se preocupa de tu bondad, de tu
sencillez, de tu espíritu de servicio, sino de tu título universitario, de tu
diploma, de tu capacidad profesional y técnica.
Todos buscan al hombre profesional y
técnico que encaje con los "directivos".
Inmunizado, lo más posible, contra
los sentimientos humanos, como la piedad, la comprensión, la atención hacia los
necesitados, la solicitud por el prójimo.
Es el peligro que amenaza a esta
sociedad super organizada y super administrada.
¡El computador no tiene en cuenta el
corazón!
Los hombres de corazón no tienen poder.
El poder y la decisión, en este mundo
dependen de ilustres anónimos que se comportan como si los bienes de la tierra
fueran su exclusiva propiedad.
¡Vuélvete un hombre de corazón, de
gran corazón: entonces el trozo de tierra en que vives y trabajas será ya, un
pedacito de tierra prometida!
Phil Bosmans
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