Como Marta, allá
donde mi mano sea necesaria,
y como María, al
silencio para estar contigo.
Como Marta, para
mitigar la sed del sediento
y, como María, para
llenarme del agua viva de tu pozo.
Quiero darme,
Señor.
A Ti, que sales al
encuentro del que te busca
y, también, allá
donde mis hermanos reclaman mi presencia.
A Ti, que buscas la
mirada de mis ojos
y, a Ti, sin vivir
de espaldas al necesitado de cariño.
Sí, Señor; quiero
darme y entregarme.
Como, Marta, en los
mil detalles de cada jornada
y, como María,
arrodillándome ante el Misterio de tu Palabra.
Como, Marta, no
olvidando mis dones de generosidad
y, como María, no
dejándote siempre para el final.
Quiero darme y
entregarme, Señor.
Sintiendo el gozo
de ofrecerme con lo poco que tengo
y, sabiendo que
estando Tú conmigo,
no me faltará nunca
tu aliento en mi caminar.
Déjame, Señor, como
Marta servirte con lo que soy.
Déjame, Señor, como
María sentarme a tu lado.
Déjame, Señor, como
Marta agasajarte.
Déjame, Señor, como
María mirarte a los ojos.
Quiero darme y
entregarme, Señor.
P. Javier Leoz
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