Señor de mi vida, el Gran Proveedor de cosas buenas, abro mi
corazón y mi mente a tu acción santificadora y restauradora para dejarme
impregnar de esa luz que viene de Ti y crecer con una esperanza firme. Ayúdame
a creer en el Poder de tu Palabra y de tu amor, ese amor que me guía y disipa
toma emoción oscura y de fragilidad, pues ante Ti me reconozco débil,
inestable, sin fuerzas. Ven Señor porque contigo soy un vencedor. Por tu
sacrificio de amor me has purificado y convertido en uno de tus hijos, y eso me
hacer seguirte siendo fiel ante los retos de la vida, por muy duros que sean.
Ten compasión de mí, libera mi alma de la ceguera espiritual que no me permite
amarte con todo mi corazón. Tú eres el Señor de todo, el Dios de la historia y
de la vida, el que todo lo puede y todo lo ha dado por amor. Confío en el poder
de oración, en el poder de tu promesa: "llama y se te abrirá", por
eso, ruego a tu compasión con insistencia para que tu Gracia y tu Amor vengan a
mí y hagan lo que Tú mejor creas conveniente. Ven Señor no tardes, sane la
dureza de mi alma, dame la capacidad ser insistente y nunca dejar de confiar en
que Tú eres el gran proveedor que sabes dar cosas a todo aquel que te pide. Te
pido perdón también por haberte fallado en otras ocasiones pensando que me
dejarías abandonado en la necesidad. Dame un corazón como el tuyo, perdonador,
amante, entregado, generoso, para así, yo también pueda acudir al clamor de mis
hermanos.
Amén.
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