El profeta más grande nacido de mujer fue Juan Bautista, según dijo
el mismo Cristo. Él nos invitó a la conversión y señaló al Cordero de Dios.
Juan preparó la Primera Venida del Señor. No pudo ser cualquiera, sino el
"más grande nacido de mujer".
Cristo debe volver glorioso en su Segunda Venida para juzgar al
mundo. En esta segunda venida vendrá a dar fin a todo sufrimiento y muerte. La
humanidad será nueva. Quién es digno de preparar al mundo para el retorno de
Cristo? La Inmaculada. No puede ser nadie más. María Santísima debe preparar
los corazones invitándonos a una conversión auténtica, a estar preparados
'siempre' para estar en presencia del Señor, pues nadie sabe el día ni la hora.
El Corazón Inmaculado de María es Corazón de Madre. En él están
inmersas un sinfín de gracias, virtudes y misericordias. Nosotros somos sus
hijos. No debemos temer. Dice la Palabra de Dios que el "gran dragón,
despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra a sus hijos, a los que
guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús". Un
auténtico hijo de María, elegido y amparado por su manto debe ser perseguido y
rechazado por el mundo, debe ser odiado por el mundo.
María nos enseña a acoger el amor de Dios en nuestro corazón
primero para poder amar a nuestros hermanos y así poder rogar día y noche al
Padre, por medio de su Inmaculado Corazón, por la salvación de toda la
humanidad. No puede perderse ni uno solo, todos son hijos amados de Dios,
únicos y especiales. Con María preparamos nuestro corazón, Ella va haciendo
surcos y Dios va abonando para dar fruto, fruto abundante.
Corazón Inmaculado de María. Sé la salvación del alma mía.
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