"Mi madre
lloraba por mi muerte espiritual con la fe que Tú le habías dado y Tú
escuchaste su clamor. La oíste cuando ella con sus lágrimas regaba la tierra
ante tus ojos; ella oraba por mí en todas partes y Tú oíste su plegaria."
San Agustín. (Conf. III, X, 1)
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