Me gustaban, sobre todo, las procesiones del Santísimo.¡Qué alegría
arrojar flores al paso del Señor...! Pero en vez de dejarlas caer, yo
las lanzaba lo más alto que podía, y cuando veía que mis hojas
deshojadas tocaban la Sagrada Custodia, mi felicidad llegaba al colmo.
Santa Teresita
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