¡NO
PERMITAS SEÑOR!
Porque
es tarde, Corazón de Jesús,
y
en estas horas de tu fiesta
para
mí ha anochecido
no
permitas que nunca más se nuble el día
ni
se haga áspero el camino para los que te queremos
¡NO
DEJES SEÑOR QUE SE APAGUE LA LUZ!
Como
tantas veces se han eclipsado
las
sendas, los atajos y los caminos
que
preferí escoger lejos de Ti y de tu Palabra
¡QUE
VEA LA LUZ SEÑOR!
Como
tantas veces al saludo del alba en campanas
o
en el repliegue del sol
toda
esta vega y montes
eran
testigos de tu impulso creador
¡NO
DEJES SEÑOR!
Porque,
es tarde, porque tememos perderte
las
huellas que otros, antes que nosotros, nos dejaron y siguieron
No
nos dejes solos, Señor;
quédate
como peregrino por estas calles
que
saben de la grandeza y de la pobreza
de
los hijos de Dios y de sus miserias
No
nos dejes solos, Señor,
acompaña
la vida y las ilusiones
de
esta ciudad que en Tí
siempre
ha encontrado calor, respuesta y seguridad.
¡NO
NOS DEJES SEÑOR!
Sigue
siendo esa brújula que orienta a la ciudad que duerme:
a
los hombres que estando despiertos
se
pierden y no se encuentran
a
los que esperan y se desesperan
a
los que creen pero quedan atenazados por mil dudas
¡QUÉDATE
CON NOSOTROS SEÑOR!
Y
perdona cuando en el horizonte de mi vida
no
dejé brillar tu rostro
Cuando
al inicio de cada jornada olvidé regalarte un pensamiento
porque
en la enfermedad no encendí el cirio de la esperanza
cuando
en la vida de cada día
me
deje arrastrar por el duro y frío vacío de las cosas
¡ACOMPÁÑANOS
SEÑOR!
Y
que te veamos en los acontecimientos de cada jornada
en
el hondo de estas tierras
y
en lo más alto de las cumbres de nuestros montes.
Y
que te veamos que, cuando sales desde el altar,
hasta
nuestras calles
compartes
y sientes nuestra condición de peregrinos.
Quédate
y cuando nos toque mudar de este mundo e ir contigo
que
nos presentemos ante Dios con el traje de la FE:
CON
EL CORAZÓN LLENO DE FIESTA
Javier Leoz
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