Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

jueves, 11 de junio de 2020

Acto de Amor al Sagrado Corazón de Jesús


«Permite que me dirija a ti, ¡oh Corazón Divino y adorable de Jesús mi Salvador, abismo de amor y de misericordia!, y que te pregunte lleno de confusión y de asombro a la vista de tus gracias y mis ingratitudes, por qué motivo has inventado este nuevo modo de sacrificarte por mí en la divina Eucaristía. 
¿Te parece poco, Señor, que te hicieran preso, ofrecerte a los azotes, a los dolores, a los insultos y a la muerte de Cruz? ¿Era preciso, también, que estando ya glorioso e inmortal te viésemos incesantemente expuesto a los oprobios en el Sacramento del amor, en que con tanta frecuencia te desprecian, te injurian y ultrajan, hasta aquellos tendrían que amarte con más ardor? ¿Y será posible que, viéndome yo a mí mismo en el mismo número de estos miserables ingratos, no muera de confusión y dolor? 
¡Ay Dios mío! Hiere mi corazón y acaba con mi ingratitud: acuérdate de que tu adorable Corazón, llevando el peso de mis pecados al Huerto de los Olivos y sobre la Cruz, fue por ellos afligido y gimió ante el espectáculo de mis miserias. No permitas que tu tristeza, tus dolores, tus lágrimas, tu sudor y tu sangre se malogren en mí. 
Hiere mi corazón de un modo eficaz, Divino Salvador mío. Por más ingrato y más indigno que sea de vuestro amor, no por eso has dejado de amarme. Me has amado, aun cuando yo no te amaba nada, ni tampoco quería que me amases: ahora, pues, que lo deseo, no me niegues tu amor. Yo te doy mi corazón, mételo en el tuyo. 
Que este momento sea el de mi verdadera conversión y que comience a amarte, para no cesar jamás de hacerlo, ya que me consagro por completo a tu amor en calidad de esclavo perpetuo. Que muera yo a mí mismo para no tener más vida, ni más intenciones, que por ti y para ti. 
Amén».

VozCatolica

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