Oh
amado Señor, me despierto dándote gracias por el don de la vida y del amor.
Quiero pedirte que me des hoy la capacidad de saber escucharte con el alma
siempre dispuesta y con el corazón dócil y abierto a tus inspiraciones.
Necesito en todo momento de tu fuerza y de tu poder para poder sentir con
humildad cada una de las manifestaciones de amor con la que a diario pones a
todo mi alrededor.
Quiero
poder decirte con completa confianza y con gran pasión desbordante, que por Ti
daría mi vida, pero luego me acuerdo de Pedro, que luego de haberte jurado que
por Ti lo daría todo, sufrió de una terrible debilidad que hizo que hasta
negara conocerte.
No
quiero tampoco dejarme llevar ni confiar en las intenciones de mi corazón, sino
que seas Tú siempre mi guía y mi bandera, pues no sea que me vea luego yo como
Judas, que aún, siguiendo tu proyecto de salvación, que realizó también
curaciones y expulsó demonios en tu nombre, se dejó llevar por sus malas
pasiones y terminó por venderte por unas monedas de plata.
Mi
Jesús, muchas veces lloro mis pecados, mis malos deseos me atormentan y
angustian mi alma, soy débil, pero tu Santo Espíritu me anima a levantarme y a
seguir adelante. Eres el amigo que no defrauda. Quiero ser fiel a tu amor, a tu
Iglesia. Quiero confiar plenamente en la satisfacción que da tu amor que todo
lo llena. Quiero tener fe para continuar.
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