Todo coopera al bien de los que aman a Dios. Y en realidad, si Dios puede y sabe sacar el bien del mal, ¿por quién lo haría, sino por los que se han entregado a Él sin reservas? Sí, incluso los pecados, de los que Dios en su bondad nos defiende, contribuyen al bien de los suyos. David no hubiera estado nunca tan lleno de humildad si no hubiera pecado, ni Magdalena tan amante de su Salvador, si Él no la hubiera perdonado tantos pecados, y nunca se los hubiera perdonado si ella no los hubiera cometido. Ved, querida hija, a ese gran hacedor de misericordia: convierte nuestras miserias en gracia y fabrica la medicina que cura nuestra alma de la víbora de nuestras iniquidades. Decidme, os lo ruego, ¿qué no hará de nuestras penas, de nuestros trabajos, de las persecuciones que sufrimos? Si, pues, en alguna ocasión os afecta algún disgusto, de la clase que sea, asegurad a vuestra alma que, si ama a Dios, todo se convertirá en bien. Y aunque no veáis los caminos por los que ese bien ha de llegaros, tened la completa seguridad de que llegará. Si Dios os arroja a los ojos el barro de la ignominia, es para daros una vista magnífica y ofreceros un espectáculo de honor. Si Dios os hace caer, como tiró a San Pablo por tierra, es para elevaros hasta su gloria
SAN FRANCISCO DE SALES
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