Señor mío
Jesucristo, me acerco a tu altar lleno de temor por mis pecados, pero también
lleno de confianza porque estoy seguro de tu misericordia.
Tengo conciencia de
que mis pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi
lengua. Por eso, Señor de bondad y de poder, con mis miserias y temores me
acerco a Ti. Fuente de misericordia y perdón, vengo a refugiarme en Ti que has
dado la vida por salvarme, antes de que llegues como juez a pedirme cuentas.
Señor no me da
vergüenza descubrirte a Ti mis llagas. Me dan miedo mis pecados, cuyo número y
magnitud solo Tú conoces, pero confío en tu infinita misericordia.
Señor mío
Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre verdadero, mírame con amor, pues quisiste
hacerte hombre para morir por nosotros. Escúchame, pues espero en Ti. Ten
compasión de mis pecados y miserias, Tú que eres fuente inagotable de amor.
Te adoro, Señor,
porque viste tu vida en la cruz y te ofreciste en ella como redentor por todos
los hombres y especialmente por mí.
Adoro Señor, la
sangre preciosa que brotó de tus heridas y ha purificado al mundo de sus
pecados. Mira Señor, a este pobre pecador, creado y redimido por Ti. Me
arrepiento de mis pecados y propongo corregir sus consecuencias.
Purifícame de todas
mis maldades para que pueda recibir menos indignamente tu sagrada comunión. Que
tu cuerpo y tu sangre me ayuden Señor, a obtener de Ti el perdón de mis pecados
y la satisfacción de mis culpas; me libren de mis malos pensamientos, renueven
en mí los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu voluntad y me protejan
en todo peligro de alma y cuerpo.
Amén.
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