Ama y busca la ayuda de quien lleva tu alma. En la dirección
espiritual, pon al descubierto tu corazón, del todo —¡podrido, si estuviese
podrido!—, con sinceridad, con ganas de curarte; si no, esa podredumbre no
desaparecerá nunca. Si acudes a una persona que sólo puede limpiar
superficialmente la herida..., eres un cobarde, porque en el fondo vas a
ocultar la verdad, en daño de ti mismo. (Forja, 128)
San Josemaría
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