Rayos de Fe
Esta es una verdad que pocas veces tenemos presente, y vivimos como
si la muerte nunca nos llegaría y nos olvidamos del Cielo que nos espera si
somos fieles a Dios, o del Infierno que también nos espera si morimos en pecado
mortal, enemistados con Dios.
Nos preocupamos por tantas cosas, y solo una es importante
realmente: salvar nuestra alma. Porque si nos condenamos, hemos fracasado para
siempre. No son los fracasos de la tierra los que importan, sino que es el
fracaso eterno el que realmente hay que temer infinitamente. Porque los
fracasos de la tierra, muchas veces son solo fracasos a los ojos humanos, pero
no a los ojos de Dios. El mismo Cristo parece que hubiera fracasado, porque
murió ajusticiado, crucificado, aparentemente fracasado. Pero sabemos que esto
no es así, y en el aparente fracaso está su verdadero triunfo eterno.
Así que nosotros no nos desanimemos si nuestra vida es un desastre
y parecemos unos pobres fracasados a los ojos de los hombres, pues lo
importante es que no fracasemos en alcanzar el Cielo, y para ello debemos poner
todo nuestro empeño en vivir los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Jesús en
el Evangelio, y de esa forma estaremos siempre en gracia de Dios y no temeremos
la muerte, sino que ésta será un bien para nosotros, pues nos abrirá las
puertas del Paraíso donde seremos para siempre felices con una felicidad que no
podemos ni siquiera imaginar aproximadamente.
Cada día en que nos levantemos, pensemos que ésta no es la única
vida, sino que luego de la muerte viene lo que realmente perdurará para
siempre. Si sufrimos, tengamos paciencia porque los sufrimientos un día se
acabarán. El tema es que no vivamos de tal manera que debamos sufrir para
siempre en el Infierno. Porque esto, el solo pensarlo, ha hecho que muchos
hombres y mujeres se encerraran en claustros e hicieran formidables
penitencias. ¿Y nosotros? Lamentablemente vivimos muchas veces como si nunca
fuéramos a morir. Que no suceda esto nunca más y preparémonos con una vida
santa al momento más importante de nuestra vida: la muerte, donde se decidirá
nuestro destino eterno: Cielo o Infierno, según haya sido nuestra vida en esta
tierra.
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