Esperar con ansias lo que se desea, sin la debida paciencia que
requiere la actitud de la espera, es una esperanza que demuestra la poca
grandeza espiritual del que espera.
¡Cuántas personas fracasan por no saber esperar la realización de
su deseo! Esperamos el alivio de un dolor corporal o de una pena moral que nos
atormenta. Esperamos la respuesta favorable de algún asunto que tenemos
pendiente. Esperamos que nuestra posición económica se resuelva.
Espera el sembrador una cosecha abundante que, mediante la lluvia,
llegue a su tiempo. Espera el estudiante la feliz culminación de sus estudios
para adquirir la posición económica y social que siempre había soñado. Espera
el encarcelado su libertad para recuperar su vida normal y retomar sus
actividades y sus relaciones afectivas.
Espera el constructor, al poner la primera piedra de su obra, ver
terminada su construcción apenas comenzada. Espera con paciencia el pescador
cuando lanza al agua el anzuelo, porque si se impacientara y lo turbara la
ansiedad, no pescaría nada.
Espera la madre el nacimiento de su hijo, para poder contemplarlo y
amarlo. Espera el niño llegar a ser joven para sentirse fuerte. Espera el joven
llegar a tener la experiencia del adulto y así estar más preparado para
enfrentar la vida. Espera el pobre salir de su pobreza para vivir más
dignamente.
Y uno y otro, y todos, esperamos ser más y llegar a alguna meta.
Después de la tormenta esperamos el sol; después de la noche
esperamos las primeras luces del día; en los días de enfermedad esperamos que
pronto podamos recuperar la salud y las fuerzas.
Después de la ausencia se espera la llegada y el retorno feliz.
Después del frío de la lejanía, esperamos el cálido abrazo.
Esperar... saber esperar... no es fácil, pero es necesario.
Y, más allá de todas estas esperanzas, todos estamos invitados a
esperar la venida del Señor, la realización definitiva de su Reino de justicia,
verdad, amor y paz.
Y esa esperanza no debe ser una esperanza pasiva; debe hacernos
trabajar y poner los medios, para que la esperanza se convierta en hermosa
realidad.
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