Regala una sonrisa cada día, con ella te sentirás feliz tú y quien
la reciba.
Sueña y vuela, aunque tus pies no se levanten de la tierra.
Llora cuando una nostalgia o tristeza te lo pida; una lágrima no es
debilidad, ayuda a recuperar una sonrisa.
Perdona tus propios tropiezos y los de los demás; lo Importante es
darte y dar la posibilidad de pararse y volver a caminar.
Intenta todo lo que sientas latir en tu corazón y en tu alma, confiando
que te hará feliz.
Valora los pequeños como los grandes regalos que te dé la vida.
Juntos llenarán tu corazón de felicidad.
Guarda cada enseñanza recibida, cada afecto compartido, como
tesoros que por siempre te harán sentir vivo.
Descarta todo aquello que pueda hacerte daño o sepas que no tiene
sentido.
Rescata todo lo que te permita crecer y ser feliz en familia y con
amigos.
Comparte con todos los que te rodean, lo mejor de ti y siente que
vale la pena creer, soñar y vivir por un mundo mejor.
Vive siempre íntimamente unido con Dios.
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