Vuelve a empezar
A veces Dios nos poda tanto, que nos parece que nunca más podremos
dar frutos.
Sucede algo parecido con las vides en época de poda. Quien pasea
por el viñedo después que el podador ha podado las plantas, se quedará
asombrado y en no pocas plantas creerá que el podador las ha matado, de tanto
como las podó. Pero que venga en época de frutos, y verá la asombrosa
transformación y la exhuberancia de la planta y de sus copiosos frutos.
También nosotros muchas veces somos dolorosamente podados por Dios,
y así como la vid derrama su savia en los cortes, y por eso se dice que la
planta “llora”; así también nosotros lloramos las dolorosas podas que nos hace
Dios, mejor dicho, que Dios permite, porque hay que saber que el mal nunca
viene de Dios, sino del Maligno y del pecado.
Pero no perdamos la calma, esperemos que pase el tiempo, que cure
nuestras heridas, y para ello pidamos ayuda a María, la Consoladora de los
afligidos, como la llama la Iglesia en las Letanías Lauretanas, y con su
consuelo, volvamos a brotar con vigor, sin desesperaciones, sabiendo que todo
será para bien, y que si Dios ha permitido ese mal, está en nosotros el saber
mirarlo como algo beneficioso.
El dolor es un excelente maestro, sólo hay que saber sobrellevarlo
con resignación y refugiarnos en el Inmaculado Corazón de María, que es nuestra
Madre, y siempre una madre sabe consolar a su hijito que llora.
Pero estemos seguros que Dios no olvida ni siquiera una lágrima que
cae de nuestros ojos, ni un suspiro ni un lamento, porque Él es Bueno y se
interesa por nosotros, y no hubiera permitido tal o cual desgracia, si no
sacara de ello un gran bien para nosotros.
Entonces tomemos coraje y volvamos a empezar, con la ayuda de Dios
ciertamente, sabiendo que esta vida sobre la tierra es tiempo de prueba, valle
de lágrimas, y que la felicidad en plenitud nos vendrá en la otra vida, que
habremos alcanzado padeciendo lo que hay que padecer en ésta.
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