Saluda a tu Madre con las tres Avemarías, que es prenda de
salvación. Repara su Inmaculado Corazón, cercado por las espinas que los
hombres ingratos le clavan sin cesar.
Salúdala con el rezo del Santo Rosario. Eres su niño amado. Ella estará verdaderamente contigo, a tu lado, muy cercana cada vez que la invocas, desde el primer Avemaría.
No te merezco Madre, pero te necesito.
del muro de Alejandro María
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