(Jn 19,28)
“No he venido a abolir la Ley, sino a darle plenitud”… En efecto, en aquel tiempo el Señor ejerció todo su poder para que en su persona se cumplieran todos los misterios que la Ley anunciaba refiriéndose a él. Porque en su Pasión llevo a término todas las profecías. Cuando, según la profecía del bienaventurado David (Sl 68,22), se le ofreció una esponja empapada en vinagre para calmar su sed, la aceptó diciendo: “Todo se ha cumplido”. Después, inclinando la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19,30).
Jesús, no sólo realizó personalmente lo que había dicho, sino que llegó a confiarnos sus mandatos, para que los practicáramos. Aunque los antiguos no habían podido observar los mandamientos más elementales de la Ley (Hch 15,10), a nosotros nos prescribió de guardar los más difíciles gracias a la gracia y del poder que vienen de la cruz.
Epifanio de Bénévent (siglos V – VI)
obispo
Comentario sobre los cuatro evangelios, PLS 3, 852.evangelizo.org
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