La Hostia Santa, oh Cristo, es el retrato vivo, completo, dramático, exacto, patente y sublime de vuestra Pasión.
Vuestra Hostia es mi cruz cargada de su adorable Víctima;
Y si la presencia real me muestra tan vivamente al Crucificado, la Misa, renovando su muerte, completa de nuevo toda justicia y toda salud.
Dios es tan adorado, satisfecho y suplicado, como el hombre purificado, salvado, rescatado a cada Misa tanto como en el Calvario.
Es el mismo fin, las mismas obras, los mismos
frutos, el mismo valor, porque es el mismo
Sacerdote y la misma Víctima inmolándose
siempre verdaderamente a Dios y a los hombres.
Y la comunión me trae al Crucificado, me
une corporalmente a Él, en una identidad profunda;
El está en mí, yo estoy en Él.
Yo estoy unido entonces, no a la cruz desnuda, sino al que muere sobre la cruz.
Al venir a mí, aplica a mi alma, a mi espíritu, a mi
corazón, a mi voluntad, a cada uno de mis
miembros y de mis sentidos, las virtudes que
ha practicado, los méritos que ha adquirido,
la eficacia santificante conquistada por cada
una de sus potencias durante su Pasión.
Cada comunión es para hacerme morir y sepultarme
con Jesús Crucificado: dichoso sepulcro, de
donde saldré con Él el día de mi gloria, cuando
ya esté allí rehecho por Él según sus eternos
designios. Sólo resucitarán los que hayan muerto
con él.
(La persona del Cristo Eucarístico, R.P.A. Tesniére)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma