Para hablar de San José, es necesario hablar del silencio, pues es el santo del silencio, porque desde ahí supo contemplar el misterio del plan de Dios y porque solo en el silencio se encuentra lo que se ama. Solo en el silencio amoroso es desde donde se puede contemplar el misterio más trascendente de la redención, de un Dios que por amor se ha hecho hombre como nosotros. Bien podemos decir que San José es el santo modelo de la fe, porque supo esperar contra toda desesperanza, por la fe aceptó a María y por la fe aceptó ser padre en esta tierra de Jesús hecho niño.
La simplicidad de vida de San José, el sentido común vivido con amor, haciendo ordinarias las cosas más extraordinarias, y viviendo extraordinariamente lo ordinario, porque todo lo vivió en referencia al Padre.
Sentido común en la vida espiritual de nosotros es vivir con docilidad la Voluntad del Padre, es vivir con corazón agradecido por las bendiciones que de Dios hemos recibido, es ser conscientes de la misión personal que se nos ha encomendado y ser fieles a ese llamamiento. Ser cristiano con sentido común, es vivir la fe sin buscar protagonismos, vivir nuestra esperanza con la confianza de las promesas que se nos han hecho y vivir cada instante de vida en el amor, sabedores que solo el amor hace eterno el instante.
San José es Patrono de la Iglesia Universal porque a él se le encomendó el cuidado de Jesús hecho hombre y el cuidado de la Virgen María, y es patrono de todos los bautizados porque cuida desde el cielo por cada uno de nosotros que le hemos sido confiados.
Oremos.
AVE SAN JOSÉ
¡Dios te salve,
oh José, esposo de María,
lleno de gracia!
Jesús y su Madre están contigo:
bendito tú eres
entre todos los hombres
y bendito es Jesús,
el Hijo de María.
San José,
ruega por nosotros,
pecadores,
ahora y en la hoy
de nuestra muerte.
Amén
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