En una ocasión, vino un alma y me dijo:
"Cometí un crimen contra Dios.
Un día, por soberbia, tomé una cruz y la destrocé, pensando que, si Dios existía no me lo permitiría hacer. Casi al instante, me vino una parálisis que fue mi salvación".
Después, esta alma me pidió decirle a su mujer que hiciera algunas cosas para ayudarlo y liberarlo del purgatorio. Ella se había salido de la Iglesia católica y se había hecho protestante. Cuando le
conté el mensaje de su esposo, me dijo:
"Creo en lo que me dice, porque el hecho de que destrozó la cruz, solamente lo sabíamos él y yo. Y entró de nuevo en la Iglesia católica.
(Más allá de la muerte, testimonio de María Simma)
Padre Sergio
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