Con el vestido que se da al pobre de limosna se procura alivio y refrigerio a las almas del Purgatorio.
César Costa, Arzobispo de Capua, mirando
al P. Julio Mansinelli con un vestido tan destrozado que apenas podía resistir el frio, le regaló un manto de invierno, con el cual saliendo un día aquel religioso despues de la muerte del Arzobispo, vió salirle al encuentro el difunto, que todo rodeado de vivo
fuego le pedía por caridad aquella capa.
Se la quitó prontamente de las espaldas el buen
siervo de Dios, y se la dió al espíritu aparecido, el cual embozándose en ella, en vez de quedar ésta toda consumida por el fuego, detenía y extinguía de tal manera las ardientes llamas, que sintió el difunto grande refrigerio.
Esto nos enseña que las obras de caridad que hicimos en vida nos van a servir para nuestro bien si caemos en el Purgatorio.
Ahora que se acerca el invierno demos también
nosotros, si podemos, alguna capa o algún vestido, alguna limosna a los pobres que están más necesitados, en sufragio de las almas del Purgatorio;
Dios no desaprovecha nada para aliviar a las Almas del Purgatorio.
(P. Jacob. Calesio, en la vida del P. Julio
Mansinelli de la Soc. de Jesus. L. 3. Cap. 2. )
Tiende tu mano bondadosa
Y enjuga del pobre el llanto,
Dale un vestido, algún manto
A aquel que desnudo está.
Y las desnudas y tristes
Animas del Purgatorio,
Por tu piedad, bien notorio
Grande alivio sentirás.
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