María, la que supo de una corona de espinas que rompió la suave piel de la cabeza del hijo querido, de una espalda abierta por profundas heridas de salvajes latigazos, de unos dulces ojos nublados por el dolor, la que lo vio cargando con un madero.... y caer.
María, la que vio como atravesaban con clavos sus manos y pies amadísimos y como era levantado en alto para quedar entre dos ladrones.....
María, la que vio al hijo queridísimo, al hijo bueno, al hijo santo, al Dios hecho hombre convertido en una figura rota y doliente, lleno de polvo, con el rostro sucio y triste, con el cabello, que ella tantas veces acarició, ahora pegado en su cara, endurecido y aplastado por la sangre reseca....Esa María que vivió todo eso....fue una Madre dolorosa.
Ella soportó la muerte del hijo de pie, con el corazón roto pero de pie, volviendo a decir "si" a la voluntad del Altísimo.
Y allí, por mandato de su hijo agonizante, se convirtió en nuestra madre. Madre de misericordia. Madre de la Esperanza.
En este mundo tan difícil y desorientado, Cristo nos la dejó, nos la dio para que sea nuestro faro y consuelo de nuestras penas, porque nadie como Ella lleva mejor el nombre de Madre Dolorosa.
¡Madre Dolorosa, ruega por nosotros!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma