¡ Oh Salvador del mundo! ¡ oh amor de las
almas! ¡oh Señor! objeto el más digno de
toda nuestra ternura . Vos habéis venido a
conquistar nuestro corazón por vuestra pasión,
en la que habéis hecho brillar el inmenso
amor que nos tenéis, consumando la obra
de una redención que para nosotros
ha sido un océano de bendiciones,
y para Vos un océano de dolores y de ignominias.
Habéis principalmente instituido el Santísimo
Sacramento del altar con el fin de perpetuar su memoria.
Haced , pues, Jesús mío, que me acuerde
siempre de vuestra pasión ; y que yo miserable
pecador, vencido, en fin, por tantas finezas de amor,
llegue a amaros y daros con mi pobre amor
algunas señales de gratitud por el amor
excesivo que me habéis manifestado.
(San Alfonso Mª de Ligorio)
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