(5º Domingo Cuaresma)
Cuando llega la hora de la verdad,
y siento que no tengo tantas fuerzas
para defender tu Reino.
Porque me cuesta renunciar a mi “YO”
y decirte que soy todo tuyo, Señor.
MI ALMA SE AGITA, SEÑOR
Porque, lejos de ser trigo que muere,
pretendo ser flor que nunca se marchita
que no quiere perder ninguno de sus pétalos
que, lejos de renunciar a su hermosura,
la quiere salvar a toda costa.
MI ALMA ESTA AGITADA, SEÑOR
Porque para dar fruto,
me dices que, primero, hay que desaparecer
Porque para darte gloria,
me recuerdas que he de sucumbir
Porque para, ser de los tuyos,
he de alejarme de muchos de lo míos.
MI ALMA ESTA AGITADA, SEÑOR
¿Qué te diré? ¿A quién clamaré?
¿A dónde iré? ¿Merece la pena, Señor?
Como Tú, Señor, también yo digo:
Líbrame de aquellas horas
que me producen pena y llanto
Evítame las cruces excesivamente pesadas
Condúceme por los caminos
no inhumanamente estrechos.
Pero, eso sí, Señor;
No se haga mi voluntad
Porque, sé mi Señor,
que todo lo que me pides y me das
que todo lo que pones bajo mis pies
es porque, previamente, Señor
sabes que lo puedo soportar
y por Ti entregar.
MI ALMA ESTA AGITADA, SEÑOR
Pero sé que, hoy siempre,
la esperanza que tengo en Ti
no me defraudará.
Amén
Javier Leoz
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