Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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domingo, 30 de junio de 2019

Vuelve a empezar



Ayuda natural.

A veces esperamos una ayuda del Cielo, pero no entendemos que Dios nos ayuda también de forma natural, es decir, por medio de las causas segundas, los hombres, los medicamentos, las amistades, los consuelos, la naturaleza, etc.

Si caemos en depresión, quizás no queremos tomar medicamentos porque nos resistimos a ello. Y si los tomamos, ya cuando nos sentimos mejor a veces los dejamos por nuestra cuenta, y caemos a un estado peor.

Pero es que Dios también nos quiere ayudar por medio de los profesionales, y en la misma Biblia se aconseja acudir a los médicos.

Es un error no aprovechar todos los recursos que Dios nos ofrece, recordando que, como dice la Sagrada Escritura: “El hombre obediente cantará victoria”.

Algunas personas, quizás a veces suelen aconsejar que se vaya a los curas sanadores para dejar de tomar la medicación para distintas enfermedades del espíritu y de la mente. Pero es que no hay por qué hacer una dialéctica entre una cosa y la otra. Tanto lo sobrenatural, por medio del sacerdote sanador; como la natural, por medio de los profesionales y los medicamentos, se complementan maravillosamente. Y quien es realmente sabio sabe echar mano de ambos recursos, porque en ambos está la bondad de Dios para con sus criaturas sufrientes.

Así que no tengamos reparos en echar mano a todos los medios que Dios nos provee, siempre que sean lícitos y no sean métodos desaconsejados por la Iglesia Católica, porque la Iglesia es Madre, y como buena madre sabe lo que podemos y lo que no podemos hacer por el bien de nuestra alma, y a veces también por el bien de nuestro cuerpo.

Obedezcamos a la Iglesia, obedezcamos a los Sacerdotes, obedezcamos a los médicos, recordando esa frase de la Escritura que hemos citado sobre el hombre obediente, y entonces podremos empezar de nuevo cada día.


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