Padre nuestro, Tú
que conoces el desierto de mi soledad, mis penas, quebrantos y todo mi ser,
ayúdame a vivir buscando los bienes eternos del Cielo.
Que pueda sentirte,
no como un Dios distante, sino como un Padre consolador y amoroso, un Padre que
me cobija y me da fuerzas en la debilidad.
Gracias Padre,
porque me das la esperanza de seguir creciendo en el amor de tu Hijo, porque Tú
eres quien me llena y me da vida en abundancia.
Que pueda vivir a tu
lado como un eterno enamorado y que, a dondequiera que vaya, muestre al mundo
que solo Tú sabes dar cosas buenas a sus hijos.
Te doy gracias
porque puedo dirigirme a Ti en esta oración con la inmensa confianza y
seguridad de sentirme escuchado y amado.
Quiero vivir mi vida
pendiente en hacer obras agradables a Ti y ofrecer y pedir perdón a los
hermanos que he ofendido y a los que yo he hecho daño.
Gracias porque, en
tu Nombre, me has hecho un luchador, me impulsas y me renuevas las fuerzas para
salir triunfante de cada circunstancia difícil.
Ven y cuida de mí
con tu presencia sanadora para no defraudarte nunca y actuar con amor de tal
manera que pueda ser un digno hijo Tuyo.
Amén.
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