Señor mío, Tú eres la luz del mundo y a través de tu luz quiero
vivir mi vida. Ayúdame a entender que no merece la pena gastar mi vida entera
por las cosas pasajeras de este mundo.
Quiero que mi mayor tesoro seas Tú. Muchas veces me has hablado de
lo realmente importante que son los frutos de nuestras obras y acciones de
nuestra vida.
Que sólo busque esos tesoros espirituales de los que voy a rendirte
cuentas en el atardecer de mis días, por eso regálame los dones y gracias que
me ayudarán a cumplir con esta misión y dar lo mejor de mí.
No quiero sucumbir ante la indiferencia del mundo que endurece los
corazones y convierte a las personas en autosuficientes que con el tiempo
reniegan de tu amor y terminan por despreciarte.
Mi Dios, mi tesoro, mi luz, mi salud es la fe que en Ti tengo
depositada, y para que esa luz nunca se apague, debo recurrir a la gracia de
tus Sacramentos, al encuentro diario contigo. Separado de Ti, nada puedo hacer.
Dame de tu fuerza para vencer esas inclinaciones y deseos de alcanzar
éxitos y riquezas externas que para nada fructifican mi amor.
No quiero vivir un cristianismo basado en un sentimiento temporal
de los que experimento, sino uno que esté lleno de obras dignas de Ti.
Confío en tu amor, confío en tu gracia para hacer de mi vida un
reflejo firme de tu bondad y de tu pasión por los asuntos del Padre.
Amén
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