domingo, 23 de junio de 2019
NO DEJES DE SALIR, SEÑOR (CORPUS CHRISTI)
Porque, sin Ti, el mundo se enfría
y son otros los que, sin Ti, les dan un engañoso calor
Porque, sin Ti, el hombre se envilece
y convertimos este viejo paraíso en contienda entre el bien y el mal.
Porque, sin Ti, olvidamos que el amor es fuente de felicidad
y buscamos, en lo efímero, una alegría que es simple disfraz.
Porque, sin Ti, nuestra tierra es huérfana
vacía de sentimientos y exenta de esperanza.
No dejes de salir, ni un solo año, Señor:
Porque seguimos necesitando tu pan multiplicado
para saciarnos y, luego, repartirlo a los hermanos
Porque somos tan débiles como ayer
y, al contemplarte, queremos recuperar la fuerza del creer
Porque, nuestros pecados, pueden a veces con la virtud
y, en esos pecados, viene escondido aquello que no es luz.
Porque, nuestras almas, se llenan de trastos inservibles
no permitiendo que, Tú, habites y reines en nuestro interior.
No dejes de salir, en el Corpus, Señor:
Y, si ves que me nos he alejado de ti,
que seas un imán que nos atraigas hacia la fuente de la verdad
Y, si ves que te hemos dado la espalda,
alcánzanos de frente para nunca más olvidarte
Y, si ves que hemos perdido el apetito de lo divino,
acércanos el cáliz de tu amor y de tu perdón.
Sí, Señor; ¡no dejes de salir en custodia!
Deja, que nos arrodillemos ante Ti
al igual que, Tú, lo hiciste ante nosotros en Jueves Santo
Consiente, que te hablemos al corazón de la Custodia
al igual que, Tú, lo hiciste en cada uno de los nuestros
Que presentemos al mundo este manjar
con la misma pasión y fuerza,
con la que Tú, nos lo dejaste en sencilla mesa
De, que nos miremos los unos a los otros
para cantar contemplando este Misterio.
¡No dejes de salir, Señor!
Que nadie ocupe el lugar que te corresponde en el mundo
Que nadie turbe la paz y la calma del día del Corpus
Que nadie, creyéndose rey, se sienta más importante
que Aquel otro, que siéndolo, se hace una vez más siervo.
¡No dejes de salir, Señor!
Aquí tienes nuestros corazones: haz de ellos una patena
Aquí tienes nuestras mentes: haz de ellas un altavoz
Aquí tienes nuestras manos: haz de ellas una carroza
Aquí tienes nuestros ojos: haz de ellos dos diamantes
Aquí tienes nuestras almas: haz de ellas el oro de tu custodia
Aquí tienes nuestros cuerpos: haz de ellos las más auténticas
custodias que nunca se cansen de anunciar por todo el mundo
que sigues viviendo y permaneciendo eternamente presente
en el gran milagro de la EUCARISTIA.
¡No dejes de salir, Señor!
¿Nos dejas acompañarte?
¡VIVA JESÚS SACRAMENTADO!
Javier Leoz
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